Gritas al vacío, a las montañas de tu interior: ¿quién soy?. Siempre te responden lo mismo, el eco de tu voz. A veces te das cuenta que algunas preguntas están mal formuladas o que no son planteadas en las circunstancias apropiadas. Que la clave no está en la respuesta sino en el cómo vives la pregunta.
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